Hubo un tiempo en el que no había lápices. La gente que escribía (que,
por cierto, eran muy pocos) utilizaban muy diversos sistemas para
escribir: los sumerios cortaban juncos y afilaban la punta para escribir
en sus tablillas de arcilla (que luego cocían). Los romanos usaban el
stylus de plomo con punta afilada para escribir sobre tablillas de cera:
algunos de ellos tenían la parte de atrás redondeada para poder alisar
de nuevo la cera y “borrar” lo que habían escrito.
También se usaba el stylus sobre papiro o pergamino, pues el plomo
“mancha” el papel con una marca negruzca. Desgraciadamente, los romanos
no sabían que el plomo es un potente veneno. Por supuesto, todos los
pueblos de la antigüedad usaron la tinta desde muy pronto (fue inventada
en China hace unos 5,000 años), de modo que la escritura, para las
pocas personas que la practicaban, estaba resuelta.
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